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Explorando las cartografías prehispánicas y novohispanas

Ricardo Valadez Vázquez y Chat GPT

 

Introducción

La cartografía, definida como la representación geográfica de la tierra o el mar sobre una superficie plana, ha sido una herramienta fundamental para entender y organizar el espacio a lo largo de la historia. En el caso de las culturas prehispánicas y novohispanas, estas representaciones iban más allá de un simple dibujo, pues reflejaban la cosmovisión y organización de las sociedades que las produjeron. El presente texto aborda cómo estas prácticas cambiaron para adaptarse durante el contacto cultural entre Mesoamérica y el mundo renacentista español.

 

¿Existía la cartografía en la época prehispánica?

Aunque algunos estudiosos, como Arthur Miller, han argumentado que no existían mapas en el sentido estricto durante la época prehispánica, otros, como Barbara Mundy, han demostrado lo contrario. Mundy encontró referencias lingüísticas y pictográficas en documentos como el Códice Florentino, que incluyen términos nahuas como tlapallacuilopan, una palabra que combina “pintar” y “escritura” para describir mapas.

Asimismo, relatos de conquistadores como Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo mencionan mapas hechos en paños de algodón que detallaban ríos, caminos y territorios. Estas descripciones subrayan que las representaciones cartográficas eran utilizadas tanto para fines militares como administrativos.

 

Características de la cartografía prehispánica

Los mapas prehispánicos no recurrían a proyecciones geométricas como las euclidianas. En su lugar, utilizaban elementos pictográficos que narraban historias, señalaban rutas y explicaban la organización espacial. Entre sus características destacan:

  • Centralidad simbólica. El lugar más importante se representaba al centro y de mayor tamaño.
  • Narrativa visual. Incorporaban escenas históricas y rutas, lo que los convierte en “mapas vividos” según Florine Asselbergs.
  • Materiales diversos. Se empleaban soportes como amate, piel y, posteriormente, papel.

Ejemplos como el Mapa de Cuauhtinchan III muestran rutas trazadas con huellas de pies, mientras que topogramas representaban pueblos y cerros con simbologías únicas.

 

El cambio en la época novohispana

Con la llegada de los españoles, se introdujeron nuevas técnicas y materiales. Sin embargo, la influencia mesoamericana perduró hasta aproximadamente 1630, cuando los elementos tradicionales, como topogramas y caminos marcados con huellas, comenzaron a desaparecer. Esto se debió al cambio en los objetivos de los mapas, que ahora se orientaban más hacia el cumplimiento de estándares coloniales y la documentación jurídica.

Los mapas novohispanos incorporaron glosas en español, retículas para asentamientos y una mezcla de simbología europea e indígena. Documentos como las relaciones geográficas son un testimonio de esta transición, en la que se intentó representar una visión híbrida del territorio.

 

La importancia del trabajo de campo

El trabajo de campo es crucial para interpretar correctamente los mapas históricos. Como ya se destacó, los elementos pictográficos en mapas, como el mapa de la Relación geográfica de Teozacualco, pueden relacionarse con accidentes geográficos y tradiciones locales. Este enfoque permite no solo preservar la historia, sino también devolver a las comunidades modernas la conexión con su pasado.

 

Conclusión

La cartografía prehispánica y novohispana es un campo fascinante que revela cómo las sociedades entienden y representan su entorno. Estos documentos no solo son registros geográficos, sino también ventanas a las mentalidades y culturas del pasado. Su estudio requiere una combinación de análisis documental, lingüístico y trabajo de campo para comprender su verdadera riqueza.

Explorar estos mapas nos invita a reflexionar sobre la relación entre cultura y territorio, y sobre cómo las representaciones cartográficas continúan siendo herramientas esenciales para narrar historias y construir identidades.